Óscar Latorre Martínez

Licenciado en Historia por la Universidad de Valencia en la especialidad de Historia Contemporánea y cantante de Hard Rock y Heavy Metal

martes, 18 de mayo de 2010

Guerra contra el Terrorismo, "Choque de Civilizaciones" y Seguridad Mundial

Tras el final de la Guerra Fría y la desaparición de la URSS se dio paso a un nuevo orden mundial dominado por los Estados Unidos, única hiper-potencia económica, política, cultural, pero sobre todo militar del planeta. Sin embargo los terribles atentados acaecidos el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington pusieron de manifiesto la existencia de un nuevo enemigo, y de paso demostraron la vulnerabilidad de la nación más poderosa del mundo. La administración norteamericana atribuyó rápidamente la autoría de los atentados a una organización terrorista llamada Al-Qaeda, al frente de la cual se encontraba Bin Laden. Mientras, el entonces recientemente elegido presidente de los Estados Unidos, George Bush, declaraba la guerra contra el terrorismo internacional. Pero esta guerra de resultados inciertos se ha llevado a cabo en Irak y Afganistán con un marcado carácter neo-imperialista que pone en peligro la seguridad mundial. “Tanto el presidente George W. Bush como Osama Bin Laden han descrito este enfrentamiento en términos de choque de civilizaciones”1.

En 1989, F. Fukujama afirmaba que derrotados los enemigos de la democracia liberal (el comunismo y el fascismo) la Historia había llegado a su fin. Pero esta teoría tenía tanto de real como de nueva. “El final de la Historia ha sido decretado en siete ocasiones, coincidiendo con etapas de euforia de sujetos históricos dominadores. La burguesía prusiana utilizó a Hegel para decretar el final de la Historia”2. Marx en el siglo XIX planteaba la misma hipótesis con la toma del poder por el proletariado.

En 1997, en oposición a las tesis de Fukujama, Samuel P. Huntington escribió su ensayo en el que ofrece una interpretación generalizadora de la Historia basada en el enfrentamiento. Según Huntington primero fueron las guerras entre príncipes, luego entre estados nacionales, más recientemente las guerras se produjeron entre ideologías, y el próximo enfrentamiento se producirá entre civilizaciones. Este futuro conflicto enfrentará a Occidente, capitaneado por los Estados Unidos, con el resto de civilizaciones del planeta, y especialmente la islámica. Sobre esta última, el análisis del autor norteamericano se centra en el aspecto religioso para explicar, por ejemplo, que “el Islam tiene fronteras sangrantes”3.

Pero el Islam no es un todo homogéneo, no se puede pensar que porque profesen la misma religión no existan diferencias entre los distintos países, las sociedades y las comunidades musulmanas. Detrás de esta afirmación generalizadora y reduccionista se echa en falta un estudio más profundo que nos acercaría a las afirmaciones del historiador Antoni Segura, que sostiene que:

El análisis riguroso de los conflictos que atraviesan el mundo musulmán demuestra que la religión es un pretexto que se utiliza a menudo para legitimar determinadas opciones políticas, y pone al descubierto la complejidad de las causas estrictamente políticas, sociales, geoestratégicas, de hegemonía o heredadas de las Guerra Fría que se encuentran detrás de los conflictos4.

Esta interpretación de la Historia simplista y determinista nos da sin embargo pistas sobre la naturaleza real del ensayo de Huntington, un texto ideologizante en el que se presenta a Occidente, siempre muy superior a otras civilizaciones, con una misión civilizadora, muy en la línea de la vieja idea providencialista emanada del cristianismo protestante norteamericano, según la cual existe un “destino manifiesto” que empuja a los Estados Unidos en defensa de la libertad en todo el mundo. Esta idea influyó en la aparición, tras la Segunda Guerra Mundial, de la llamada Interpretación Realista de las Relaciones Internacionales, que frente al idealismo Wilsoniano reivindicaba el desarrollo de una política de poder en defensa de los valores sublimes, la libertad y la democracia.

Dicho todo esto, podríamos afirmar que la teoría (o profecía) de S.P. Huntington tiene un marcado carácter neo-imperialista. De lo que no cabe ninguna duda es que los planteamientos de esta obra han influido de una manera decisiva a los responsables de trazar las líneas maestras de la política exterior y de seguridad de los Estados Unidos en los últimos años, y sobre todo a partir del 11-s.

Acerca del riesgo que supone para toda la humanidad este neo-imperialismo, el historiador Eric Hobsbawn afirma que:

Estados Unidos encarna una gran potencia basada en una revolución universalista, y –por lo tanto- animada por la idea que el resto del mundo debe seguir su ejemplo, y que incluso debe ser liberado por ella. No hay nada más peligroso que los imperios que defienden exclusivamente sus intereses imaginándose que así ayudan a toda la humanidad5.

De la misma manera, el planteamiento de Bin Laden esta influido por dos elementos que favorecen el enfrentamiento contra Occidente. El primero de ellos es la lucha contra la modernidad –entendiendo modernidad como barbarie- haciendo un llamamiento a la yihad. Esta guerra santa contra los infieles tenía en las pasadas décadas un carácter local y defensivo que se mostraba en focos localizados como Afganistán y Chechenia. Ahora, sin embargo, adquiere un carácter global, universalista y ofensivo materializado en los ataques del pasado 11-s de 2001. La segunda influencia proviene del wahabismo, que propone una visión más restrictiva del Islam, donde la Sharia, o Ley coránica, condiciona todos los demás aspectos de la vida, la política, la cultura, etc. Además, esta corriente fanático-religiosa propugna el recurso sistemático a la Yihad.

Es conveniente recordar que la idea de lucha contra la modernidad, y el fanatismo religioso wahabita sirvieron en la dinámica de la Guerra Fría para combatir a las tropas soviéticas en Afganistán, y como freno a la revolución modernizadora iraní de 1979, que se declaraba abiertamente anti-norteamericana. Esto fue posible gracias a la aportación financiera de Arabia Saudí, y la ayuda con armas, formación e información de los Estados Unidos. Todo esto formaba parte de una “nueva forma de intervencionismo norteamericano” puesto en marcha por Ronald Reagan bajo el nombre de “Guerra de Baja Intensidad, GBI”6. El propio Bin Laden trabajaba entonces para la CIA. Pero todo cambió con la desaparición del enemigo comunista. Los antiguos aliados de Washington, yihadistas llamados entonces “combatientes de la libertad” fueron “repentinamente degradados a la categoría de traficantes de droga y terroristas en potencia”7 por la Casa Blanca. Además, la presencia norteamericana en la península Arábiga tras la Guerra del Golfo de 1991, y el posterior y duro embargo impuesto por la ONU a Irak, pusieron en el punto de mira de Bin Laden a los Estados Unidos.

La política puesta en marcha tras los atentados del 11-s por la administración Bush, basada en el unilateralismo, el desprecio a la diplomacia y el recurso sistemático a las armas, no garantiza en nada la seguridad mundial. Las recientes guerras en Afganistán e Irak, lejos de erradicar el terrorismo islamista internacional (Bin Laden todavía no ha sido capturado), lo que hace es reforzarlo. La muerte de miles de civiles en estos países bajo las bombas norteamericanas fomentarán sin duda la aparición de nuevos kamikazes dispuestos a inmolarse, ya sea con una bomba adosada a al cuerpo o pilotando un avión comercial. Sería conveniente, pues, que la administración Bush tuviera en cuenta opiniones como la de Nadia Yassin, portavoz del movimiento islamista moderado marroquí Justicia y Virtud, que no se equivoca al describir a Bin Laden como el “hijo descarriado de la versión saudí del Islam”, o al wahabismo como “beligerante, rígido, reductor, simplista, etc”. Pero tampoco se equivoca cuando afirma que “la gran mayoría de los 1300 millones de musulmanes hacen una lectura moderada del Corán”8.

Así, el futuro choque de civilizaciones vaticinado por Huntington sería en realidad, y como muy bien ha planteado E.W. Said, un choque de ignorancias, basada en una visión deliberadamente parcial y sesgada, simplista y llena de prejuicios, que se tiene del que es considerado como “el otro”. Estas posiciones antagónicas ponen en peligro y amenazan la vida y la seguridad de las poblaciones, tanto en Oriente como en Occidente.

Jürgen Habermas ha publicado un artículo sobre la reciente Guerra de Irak en el que se puede leer:

Cuando en Nashiriya se manifiestan miles de chiíes contra Shadam y contra la ocupación estadounidense, una de las cosas que expresa es que las culturas no occidentales tienen que apropiarse del contenido universalista de los derechos humanos mediante sus propios recursos, y haciendo su propia lectura de los mismos, de modo que establezcan una relación convincente con las experiencias e intereses locales9.


NOTAS
1 RAMONET, Ignacio (2002), Guerras del siglo XXI., Barcelona, Arena abierta. 2 VÁZQUEZ MONTALBÁN, M. (1999), “Notas sobre globalizadores y globalizados” en Geopolítica del caos, Le Monde Diplomatique. 3 HUNTINTON, S.P. (1997), “¿Choque de civilizaciones?” En Marc Dueñas (ed.), Choque de civilización. Sobre S.P.Huntington y el debate sobre el nuevo escenario internacional, Barcelona. 4 SEGURA, Antonio (2002), “Del Islam, el choque de civilizaciones y el 11 de septiembre”, en Pasajes del pensamiento contemporáneo, nº8. 5 HOBSBAWN, E., (junio de 2003)), “¿A dónde va el imperio americano?, en Le Monde Diplomatique. 6 ALCÁZAR, Joan, “La política militar de los EE.UU. ante la necesidad de inventar respuestas nuevas”, en http://www.ojosdepapel.com/. 7 KEPEL, Pilles (jueves 27 de marzo de 2003), “Washington y la caja de Pandora”, EL PAIS. 8 Entrevista en EL PAIS, 21 de octubre de 2001. 9 Publicado en EL PAIS, 20 de mayo de 2003.

LATORRE MARTÍNEZ, Óscar. 2004

1 comentario:

  1. Muy interesante el artículo, una guerra entre civilizaciones, pero hoy en 2011 donde queda China?
    Por favor no llamar "Kamikazes" a todos los que se suicidan por alguna motivación. La palabra "Kamikaze" o Viento Divino es japonesa, en esta parte y cultura del mundo los que deciden inmolarse son tratados como mártires religiosos.

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